sábado, 1 de marzo de 2008

Biografía no oficial de Woody Allen

Una de las recopilaciones es una entrevista con Eric Lax hecha desde 1971, que es como la biografía no oficial de hace 16 años, de esa entrevista surge la idea de que Ciudadano Kane es el mejor filme de toda la historia, habla sobre los filósofos que más reconoce, sobre sus influencias y muchas otras cosas.

woody

En lo personal soy un fanático de este gran director, me muero de risa en sus filmes, en otros aprecio mucho su realismo, sus fantasías, sus obsesiones con la muerte y en algunos otros hasta te hace odiar y amar al ser humano, creo que genios como él hay pocos. Sin más, aquí esta la entrevista.

-¿Qué filósofos siente que le hablan cuando los lee?

-Los más interesantes pueden ser los filósofos alemanes, aunque es bastante interesante cuando se lee a Platón por primera vez. Desde un punto de vista artístico, es divertido. Lo mismo con Nietzsche. Es divertido. Encuentro a Hegel aburrido y uno avanza trabajosamente con él. Pero lo que te mata está muy profundo; los que tienen más sentido para mí resultaron ser los filósofos racionalistas y pragmáticos que básicamente son más grises, pero con los que es más difícil discutir. Al final, mucho de Bertrand Russell tiene más sentido y resuena mucho más profundamente conmigo, aunque él no es ni de cerca tan divertido o interesante como, digamos, Camus, Jean Paul Sartre o Nietzsche, que son más dramáticos y se preocupan más por asuntos de vida y muerte y hablan sobre esos temas de maneras muy escabrosas.

-¿Alguna vez se ríe de su propios chistes cuando los escribe?

-Sí, todo el tiempo. Y a menudo [se ríe] no coincide con aquello con lo que la gente se ríe. Escucho un chiste por primera vez cuando lo escribo o cuando lo digo. Estoy en una habitación y escribo el chiste o lo digo en voz en alta a medida que sale de mi inconsciente, así que lo escucho y me río como si lo contara un extraño.
* * *

-Mucho del trabajo de un escritor es arduo. Incluso mis hijos pequeños, que tienen cinco y seis años, dicen [simula una voz infantil] «Papi, se está metiendo adentro para pensar». Y yo digo: “Cuando tu vas al circo, ¿qué voy a hacer yo?”. [Otra vez con una voz infantil]: «Vas a pensar». Y ahí estoy yo, en la cama, de este modo [simula acostarse de lado y mira al infinito], y estoy allí pensando. Y me voy a almorzar y sigo pensando. Y luego vuelvo y sigo.

-¿Sin lápiz o papel?

-No, sin lápiz ni papel.

-¿Qué piensa Soon-Yi sobre esto? ¿Aprendió rápido a adaptarse?

-Ella simplemente piensa que es uno de los misterios de cómo trabajo, que mucho de mi esfuerzo va en pensar. Ella siempre se ha sorprendido porque piensa que soy un escritor veloz. Pero comete el mismo error que la mayoría de la gente. Piensan que la escritura es escribir. Como señaló Marshall Brickman, el pensar es la escritura [ ] La parte difícil es tener las ideas que funcionen y ordenarlas. [En cuanto a Soon-Yi, la hija adoptiva de su anterior pareja, Mia Farrow, Allen cuenta poco más: “Es irónico que mi matrimonio con ella, que ha sido visto por muchos como irracional, es para mí la única relación que ha funcionado en mi vida”].

-¿Quién tuvo la mayor influencia sobre usted?

-Adoré mucho a Bergman cuando comencé a hacer películas y aún pienso que es el mejor realizador que jamás he visto. Cuando piensas sobre mí en ese entonces, ¿qué era yo realmente? Un cómico de la noche, un escritor de gags de Broadway. No era un intelectual, no era una persona melancólica y sombría. Iba a los juegos de béisbol y a comer a Elaine s. Jamás había visto una cámara por dentro, no sabía lo que estaba haciendo, pero mi mayor influencia es Bergman. Es algo tan incongruente y tonto, la disparidad entre las personas que me influyeron: Bob Hope e Ingmar Bergman [se empieza a reír]. Así que por supuesto vas a tener un extraño híbrido de película que está llena de ocurrencias como las de George S. Kaufman o Bob Hope y una cierta dramática estilizada que caracteriza a los filmes suecos más pesados por parte de un cómico inculto de club nocturno abordando un asunto que es bastante serio y profundo. Así sale esa extraña mezcolanza [se ríe]. Pero para bien o para mal, para la gente, las películas eran sorprendentes y diferentes, yo no estaba haciendo una cosa convencional. Era, como cualquiera que comienza, un producto de mis influencias. Y mis influencias eran tan antitéticas.

* * *

-A medida que te vas poniendo viejo, aparece la palabra “legado”. Personalmente, no tengo interés alguno por un legado, porque soy un firme creyente de que cuando estás muerto, nombrar una calle en tu honor no ayuda a tu metabolismo. He visto lo que pasó con Rembrandt y Platón y toda esa linda gente. Simplemente están enterrados. Quizá deje un pequeño legado financiero para mis chicos, no la gran cosa, pero cuando esté muerto no me preocupa ni por un segundo si toman todas mis películas y negativos y simplemente las tiran por la alcantarilla. El gran Shakespeare no está mejor que un vago sin talento que escribió obras en la Inglaterra de Isabel y no logró que se las produjeran y cuando lo logró vos te marchaste del teatro. No es que crea que carezco totalmente de talento, pero no tengo el suficiente para lograr que mi sangre siga circulando cuando me llegue el rigor mortis . Así que el legado no me importa en absoluto. Lo expliqué mejor con un chiste: “Más que vivir en los corazones de mis hermanos, preferiría vivir en mi departamento”.

-¿Y qué pasa con la audiencia que disfrutará de su trabajo cuando usted se haya ido?

-Bien por ellos y si por alguna razón, alguna de mis películas da placer a la gente después de que me haya ido, fantástico; no me opongo a eso. Pero no podría importarme menos lo que pasará con mi obra cuando esté muerto. Cuando se es más joven piensas en términos de gloria, adulación, inmortalidad, pero cuando levantas la mirada y ves adónde te llevan tus senderos de gloria por eso me pregunto cuando hablan del legado de los presidentes. ¿De qué se preocupan tanto esos políticos sobre sus bibliotecas y sus audios, o sus rostros grabados en estampillas y monedas? Es difícil parecer presidencial cuando estás en una urna.

-Deme una evaluación de su carrera hasta ahora.

-Mi sensación objetiva es que no he alcanzado nada significativo en términos artísticos. No lo digo con pesar, sólo describo lo que siento. Siento que no he hecho una verdadera contribución al cine. Comparado a contemporáneos como Scorsese o Coppola o Spielberg, no he influido a nadie, no de manera significativa. Stanley Kubrick sería un ejemplo de primera. Yo no he tenido ningún tipo de influencia. Por eso me resulta tan extraño que me hayan prestado tanta atención a través de los años. Y no estoy siendo una persona exageradamente modesta. Cuando soy bueno, sé apreciarme. No estoy triste ni soy confesionalmente masoquista, pero soy lo suficientemente astuto para saber que maximicé mis limitados talentos, hice buen dinero comparado con mi padre y, más importante, hasta ahora he tenido buena salud.

Cuando era chico, solía irme al cine para escaparme, 12 o 14 películas por semana, a veces. Y como adulto, he sido capaz de vivir mi vida de una manera autoindulgente. Logro hacer las películas que quiero y así logro vivir en ese mundo irreal de mujeres bellas, hombres ingeniosos y situaciones dramáticas, y manipular la realidad. Sin mencionar la música maravillosa y los lugares a los que me ha llevado [carcajadas]. Oh, y a veces logré salir con algunas de las actrices. ¿Qué podría ser mejor? Me he escapado hacia una vida en el cine, del otro lado de la cámara, más que del lado de la audiencia [pausa]. Es irónico que haga películas escapistas, pero no es que la audiencia escape, soy yo.

Entrevista a Woody Allen: Poderosa Afrodita

¿Son las películas de Woody Allen una metáfora de las distintas etapas de su propia vida? ¿Se interpreta siempre a sí mismo? ¿Por qué le salen todas bien? Las sempiternas preguntas sobre el cine de este genio indiscutido vuelven a plantearse con el estreno de Mighty Aphrodite (Poderosa Afrodíta), una tragicomedia con nombre de la diosa griega del amor, con una profunda base existencial trasladada a Nueva York y tratada con la suficiente frescura como para que el director, escritor y actor pueda afirmar: "No soy un intelectual ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación".

Acallada la tormenta sobre la custodia de sus hijos con Mia Farrow (Allen la perdió y la volvió a reclamar sin éxito el pasado verano), el director estrena ahora una fábula sobre hijos adoptivos que hará las delicias de quienes gustan de comparar su cine con su realidad.Woody Allen no niega del todo que exista esta relación, y explica que la idea del guión surgió cuando observaba a una de sus propias hijas adoptivas. "Pensaba que debía haber tenido unos padres biológicos increíbles, porque genéticamente tenía sentido del humor e inteligencia", dice. "No pensaba llevar esto más allá, no iba a salir a buscarles, pero era una noción que me había pasado por la cabeza. Luego, un año después, pensé que podría haber una historia divertida si un tipo que fuera, por ejemplo, escritor de deportes tuviera un hijo adoptado y cuando su matrimonio empieza a descalabrarse se pone a tener fantasías sobre la madre del niño y comienza a investigarlo".

Ésta es la premisa de Mighty Aphrodite, cuyo desenlace no se desvelará aquí en honor al deseo de Woody Allen de que el público acuda a sus películas sabiendo lo menos posible sobre ellas. El director no sólo se niega a adelantar el contenido de sus trabajos sino que tampoco se ha prodigado mucho en promocionarlo. Sus entrevistas se han concedido siempre con cuentagotas, pero desde su reciente asociación con la distribuidora Miramax ha tenido que ceder a algunas imposiciones de la mercadotecnia masiva. "La historia de Mighty Aphrodite tenía una estructura seudogriega desde el principio", explicó anteayer el director a un reducido grupo de periodistas, entre los que estaba un representante de este diario, en la que es su ciudad de referencia eterna. "En todas las tragedias griegas, cuanto más se investiga sobre el pasado, es cada vez peor, se encuentran cosas más terribles".

Casualidad

Mighty Aphrodite tiene bastante más de comedia, pero eso es, según Allen, una pura casualidad: "Ahora me ha salido Mighty Aphrodite, pero me podía haber salido Muerte de un viajante y lo habría hecho igual"."Cuando termino una película", dice, "me meto en el dormitorio e intento pensar en otra. Aquello en lo que piense o que parezca factible después de unos días o semanas es lo que hago. Mi próxima película es un musical, porque me resulta la idea excitante en este momento y soy capaz de mantener la emoción el tiempo suficiente para terminar la película". Este parece ser el secreto de Allen Stewart Konigsberg, nacido en Brooklyn en 1935, para no haber dejado pasar un solo año desde mediados de los sesenta sin escribir, dirigir o protagonizar una película bien recibida por la crítica. Y hay que aceptarlo, porque lo dice con una extremada timidez envuelta en suavidad y con uno de los picos de la camisa saliéndole por el cuello de su discreto jersey de lana verde. Si el Woody Allen de las películas es el mismo de la vida real (él mismo reconoce que no puede hacer más que su propio personaje), entonces el Woody Allen de las entrevistas es inevitablemente el mismo de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas y, ahora, Mighty Aphrodite.

Allen advierte que ha estado rodeado de "grandísimas malinterpretaciones a lo largo de los años, como que era un intelectual o un adicto al trabajo, cuando lo que me gusta es ir al baloncesto, al cine, a pasear, a no hacer nada. No soy un intelectual ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación. Ahora la mayor malinterpretación es que estoy acostándome con mi hija". Soon Yi, con quien Allen convive actualmente, era un miembro adoptivo de la ya extinta pareja (ni matrimonio ni bajo el mismo techo) que éste formaba con la actriz Mia Farrow. "Coino a la gente tampoco le importa demasiado mi vida", dijo, "creo que se quedarán con esa noción de que yo estuve casado con Mia y que ahora me acuesto con nuestra hija". El director declaró en la presentación de Mighty Aphrodite que no está arrepentido de haber adoptado hijos en el pasado y que desea volver a hacerlo próximamente.

Tormenta informativa

"De mí se han escrito cosas falsas, cosas exageradas, cosas incluso malintencionadas", dice Allen, "peto, sobre todo, cosas estúpidas que no sabes ni cómo empezar a analizar. Por ejemplo, últimamente se está diciendo que me he comprado un palazzo en Venecia. Estoy recibiendo llamadas de Sotheby's para recomendarme arquitectos e ingenieros y no sé qué decirles".De la tormenta informativa desatada tras su separación de Mia Farrow, Allen sólo puede añadir que "no tiene ningún valor o sustancia. Es como si te vas de vacaciones y no ves la tele o lees la prensa durante tres semanas y luego vuelves y te das cuenta de que no te has perdido nada. No hay ninguna relación entre los millones de temas y palabras que se publican y la realidad de la vida".

Aparte del baloncesto, Woody Allen remite sus pasiones eternas a ocupaciones como la de tocar el clarinete. "Creo que existe la pasión eterna, pero tienes que ser muy afortunado; no es algo que se consigue con esfuerzo, sino que tiene que ser el gran placer de tu vida. Igual que a mí me gusta el clarinete, a otros les gusta jugar al póquer una vez a la semana, otros van a casa a arreglar su barco... Si encuentras a una pareja con la que te pasa lo mismo, entonces es que has tenido un golpe de suerte. Este momento llega cuando haces las cosas no por complacer al otro o hacerle feliz, sino porque dos personas quieren hacer lo mismo".