sábado, 1 de marzo de 2008

Entrevista a Woody Allen: Poderosa Afrodita

¿Son las películas de Woody Allen una metáfora de las distintas etapas de su propia vida? ¿Se interpreta siempre a sí mismo? ¿Por qué le salen todas bien? Las sempiternas preguntas sobre el cine de este genio indiscutido vuelven a plantearse con el estreno de Mighty Aphrodite (Poderosa Afrodíta), una tragicomedia con nombre de la diosa griega del amor, con una profunda base existencial trasladada a Nueva York y tratada con la suficiente frescura como para que el director, escritor y actor pueda afirmar: "No soy un intelectual ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación".

Acallada la tormenta sobre la custodia de sus hijos con Mia Farrow (Allen la perdió y la volvió a reclamar sin éxito el pasado verano), el director estrena ahora una fábula sobre hijos adoptivos que hará las delicias de quienes gustan de comparar su cine con su realidad.Woody Allen no niega del todo que exista esta relación, y explica que la idea del guión surgió cuando observaba a una de sus propias hijas adoptivas. "Pensaba que debía haber tenido unos padres biológicos increíbles, porque genéticamente tenía sentido del humor e inteligencia", dice. "No pensaba llevar esto más allá, no iba a salir a buscarles, pero era una noción que me había pasado por la cabeza. Luego, un año después, pensé que podría haber una historia divertida si un tipo que fuera, por ejemplo, escritor de deportes tuviera un hijo adoptado y cuando su matrimonio empieza a descalabrarse se pone a tener fantasías sobre la madre del niño y comienza a investigarlo".

Ésta es la premisa de Mighty Aphrodite, cuyo desenlace no se desvelará aquí en honor al deseo de Woody Allen de que el público acuda a sus películas sabiendo lo menos posible sobre ellas. El director no sólo se niega a adelantar el contenido de sus trabajos sino que tampoco se ha prodigado mucho en promocionarlo. Sus entrevistas se han concedido siempre con cuentagotas, pero desde su reciente asociación con la distribuidora Miramax ha tenido que ceder a algunas imposiciones de la mercadotecnia masiva. "La historia de Mighty Aphrodite tenía una estructura seudogriega desde el principio", explicó anteayer el director a un reducido grupo de periodistas, entre los que estaba un representante de este diario, en la que es su ciudad de referencia eterna. "En todas las tragedias griegas, cuanto más se investiga sobre el pasado, es cada vez peor, se encuentran cosas más terribles".

Casualidad

Mighty Aphrodite tiene bastante más de comedia, pero eso es, según Allen, una pura casualidad: "Ahora me ha salido Mighty Aphrodite, pero me podía haber salido Muerte de un viajante y lo habría hecho igual"."Cuando termino una película", dice, "me meto en el dormitorio e intento pensar en otra. Aquello en lo que piense o que parezca factible después de unos días o semanas es lo que hago. Mi próxima película es un musical, porque me resulta la idea excitante en este momento y soy capaz de mantener la emoción el tiempo suficiente para terminar la película". Este parece ser el secreto de Allen Stewart Konigsberg, nacido en Brooklyn en 1935, para no haber dejado pasar un solo año desde mediados de los sesenta sin escribir, dirigir o protagonizar una película bien recibida por la crítica. Y hay que aceptarlo, porque lo dice con una extremada timidez envuelta en suavidad y con uno de los picos de la camisa saliéndole por el cuello de su discreto jersey de lana verde. Si el Woody Allen de las películas es el mismo de la vida real (él mismo reconoce que no puede hacer más que su propio personaje), entonces el Woody Allen de las entrevistas es inevitablemente el mismo de Manhattan, Annie Hall, Hannah y sus hermanas y, ahora, Mighty Aphrodite.

Allen advierte que ha estado rodeado de "grandísimas malinterpretaciones a lo largo de los años, como que era un intelectual o un adicto al trabajo, cuando lo que me gusta es ir al baloncesto, al cine, a pasear, a no hacer nada. No soy un intelectual ni haciendo un gran esfuerzo de imaginación. Ahora la mayor malinterpretación es que estoy acostándome con mi hija". Soon Yi, con quien Allen convive actualmente, era un miembro adoptivo de la ya extinta pareja (ni matrimonio ni bajo el mismo techo) que éste formaba con la actriz Mia Farrow. "Coino a la gente tampoco le importa demasiado mi vida", dijo, "creo que se quedarán con esa noción de que yo estuve casado con Mia y que ahora me acuesto con nuestra hija". El director declaró en la presentación de Mighty Aphrodite que no está arrepentido de haber adoptado hijos en el pasado y que desea volver a hacerlo próximamente.

Tormenta informativa

"De mí se han escrito cosas falsas, cosas exageradas, cosas incluso malintencionadas", dice Allen, "peto, sobre todo, cosas estúpidas que no sabes ni cómo empezar a analizar. Por ejemplo, últimamente se está diciendo que me he comprado un palazzo en Venecia. Estoy recibiendo llamadas de Sotheby's para recomendarme arquitectos e ingenieros y no sé qué decirles".De la tormenta informativa desatada tras su separación de Mia Farrow, Allen sólo puede añadir que "no tiene ningún valor o sustancia. Es como si te vas de vacaciones y no ves la tele o lees la prensa durante tres semanas y luego vuelves y te das cuenta de que no te has perdido nada. No hay ninguna relación entre los millones de temas y palabras que se publican y la realidad de la vida".

Aparte del baloncesto, Woody Allen remite sus pasiones eternas a ocupaciones como la de tocar el clarinete. "Creo que existe la pasión eterna, pero tienes que ser muy afortunado; no es algo que se consigue con esfuerzo, sino que tiene que ser el gran placer de tu vida. Igual que a mí me gusta el clarinete, a otros les gusta jugar al póquer una vez a la semana, otros van a casa a arreglar su barco... Si encuentras a una pareja con la que te pasa lo mismo, entonces es que has tenido un golpe de suerte. Este momento llega cuando haces las cosas no por complacer al otro o hacerle feliz, sino porque dos personas quieren hacer lo mismo".

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