domingo, 1 de junio de 2008

Entrevista a Woody Allen: Match Point 3

Woody Allen se interpreta a sí mismo desde hace tantos años que uno se pregunta si su personalidad no se va a extinguir en algún momento. Admite que cuando está filmando se cansa de su imagen y que, en los últimos años, el público también se cansó. Pero cuando se le pregunta si le preocupa que algún día pueda dejar de ser gracioso, asegura: "en realidad, no. Cuando me despierto, soy gracioso, así soy yo. No es algo por lo que me tenga que esforzar.....".

A los 70 años, Allen tiene un aspecto no muy distinto al del joven que aparecía en Tócala de nuevo, Sam, en 1972.

En la última década, desde el triunfo de Disparos sobre Broadway (que fue nominada a ocho Oscars y ganó sólo uno), las películas de Woody Allen fueron un poco similares, razón por la cual su nueva producción, Match point, se beneficia mucho del hecho de que él no trabaja en ella.

Es la primera vez que Allen filma en Londres y la película es extensa y seria, algo de lo que el público puede tomar consciencia cuando el principal personaje, interpretado por Jonathan Rhys-Meyers, es filmado leyendo accidentalmente Crímen y castigo.

El filme aborda grandes temas griegos, tiene una banda de sonido de música clásica, está bellamente rodado y termina de forma sorprendente. Retoma el viejo debate del carácter versus el destino, la fe versus la autodeterminación y, por sobre todas las cosas, el tema de la suerte y aquel de ¿en qué momento una serie de hechos desafortunados constituyen el destino?

"Quería hacer algo que hablara del papel que la suerte juega en la vida y del hecho de que a todos nos aterroriza enfrentarlo. A todo el mundo le gusta pensar que controla su vida o que ejerce al menos algún control sobre ella. Nos gusta pensar que si hacemos ejercicio, comemos sano y no fumamos, vamos a... Pero no basta. Ninguna planificación puede suplir al papel que juega la suerte. Quería escribir alguna historia que mostrara esto".

¿Es Woody Allen un afortunado? El dice que sí. Debe serlo, en algún sentido, por el mero hecho de ser una persona exitosa.

"Cuando yo comencé en este negocio del espectáculo había tipos y chicas tan talentosos como yo, o más. Pero ya saben como es....Uno falleció en un accidente de avión. El otro....Se necesita suerte. Algo que es parte muy importante de nuestras vidas aunque no lo reconozcamos".

Match point es, con todo, una producción de Woody Allen de manera muy obvia. Los diálogos —a pesar de que resulta raro escucharlos en la jerga londinense antes que en la neoyorquina— son agudos y divertidos, con las improvisaciones habituales de parte de un elenco que incluye a Penelope Wilton y a Brian Cox.

Allen no lee sus propias críticas y tampoco vuelve a mirar sus películas una vez que están terminadas. Envidia a gente con otra personalidad, capaz de terminar una película y asistir a una gran fiesta la noche del estreno y transmitir, al menos, la impresión de estar pasándola bien.

"No me importa en realidad si a la gente no le gusta alguna película mía. Así como tampoco siento tanto placer si el filme resulta exitoso", afirma.

Sus neurosis son, de hecho, parte de su personalidad. De este hombrecito tan divertido que siempre se gana el corazón de la más linda, sea ésta Diane Keaton, Mira Sorvino, Julia Roberts o, más recientemente, Charlize Theron. Para Match point contrató a Scarlett Johansson y está muy bien en su papel. Allen nunca ocultó en realidad los rumores que genera al rodearse de mujeres hermosas así como nunca dejó de recordar que no podría ni acercárseles si no fuera un cineasta exitoso.

Me pregunto si en algún momento dado hubiera preferido ser bello en lugar de divertido. "No, lindo no. Es algo que nunca me importó. Pero hubiera preferido ser dramático en lugar de cómico. No como actor. Pero sí hubiera querido que mi carrera hubiera sido una película dramática tras otra".

Su matrimonio con Soon-Yi (la niña que Mia Farrow adoptó con André Previn, con quien se casó en 1997) sigue sorprendiéndolo. Si alguien le hubiera dicho que iba a encontrar la estabilidad y la felicidad con "una mujer asiática, que no estaba en la farándula y era mucho más joven que yo, lo hubiera considerado loco (...) Pero todo resultó fantástico".

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