domingo, 1 de junio de 2008

Entrevista a Woody Allen: Melinda & Melinda 2

CINE: ENTREVISTA CON WOODY ALLEN

"Todavía tengo muchas historias"

A días de la triunfal recepción de "Match Point" en Cannes, hoy se estrena aquí "Melinda y Melinda", su anteúltimo filme, en el que combina drama y comedia. Con "Clarín" habló de sus temas de siempre.

Haber coincidido con Woody Allen a lo largo de tres años consecutivos, en tres festivales distintos (Cannes, Venecia, San Sebastián), permite ser testigo de un fenómeno bastante curioso, hasta contradictorio. Mientras su salud parece ir abandonándolo (camina cada vez más lentamente y encorvado, cada año escucha menos, tose reiteradamente), sus películas parecen recorrer un sentido inverso: son cada vez mejores. O, por ponerlo de otra manera, vuelven a ser buenas.

Veamos:

La mirada de los otros (estreno mundial, Cannes 2002) era uno de los puntos más bajos de su carrera, una comedia torpe, sin gracia, de la que no se podía rescatar prácticamente nada.

La vida y todo lo demás (estreno mundial, Venecia 2003) mostraba algunos signos de mejoría, con una historia protagonizada por jóvenes (Jason Biggs y Christina Ricci) que funcionaba por momentos, y con Allen en un simpático papel secundario.

Melinda y Melinda (estreno mundial, San Sebastián, 2004). Casi un flashback a un Woody que se creía perdido. Sin llegar a igualar a sus grandes filmes, reaparece un humor más fino, personajes sutilmente construidos, un Will Ferrell encantador y el paso elegante de la comedia al drama ayudado por la gran Radha Mitchell, que encarna a las dos Melindas.

Match Point (estreno mundial, Cannes 2005). Toda la prensa del mundo coincide (hasta los norteamericanos, que ya no lo toleran): es la mejor película de Woody en años. Y agregan: de haber competido por la Palma de Oro hasta podría haberla ganado (ver recuadro).

¿Cómo se explica, esta llamativa vuelta a la vida artística de Allen que acompaña el deterioro físico de un hombre que aún no cumplió los 70 años? Pidiendo varias veces que le repitan las preguntas (escucha mal del oído izquierdo), Allen habló de esta película, y de sus temas de siempre: el temor a la muerte, el pesimismo, la falta de sentido de la vida, sus actores y sus problemas con Hollywood.



Hay algo shakespeareano en la película, en torno a la visión tragicómica que tiene de la vida. ¿Era consciente de eso?

No fui consciente, si bien Melinda parece un nombre sacado de una comedia de Shakespeare. Pero la nombré así, en realidad, porque es fácil de tipear (risas). Todos los nombres que uso en filmes los elijo por esa razón... Pero nunca fui un fanático de las comedias de Shakespeare, prefiero sus dramas. Son tremendos. Pero no creo que Shakespeare sea una influencia aquí, ni mucho en mis películas.



Se lo critica por sólo incluir a personajes blancos, heterosexuales y de clase media alta en sus filmes. Aquí aparecen dos personajes negros. ¿Siente que tiene algún prejuicio para contar historias con protagonistas gays o de otras clases sociales?

Si se me ocurriera una historia de amor entre gays la haría, seguro. Pero no se me ha ocurrido. Sería un material maravilloso.



Radha Mitchell se luce componiendo dos versiones muy distintas de Melinda. ¿Hay algún secreto para que las actrices siempre se luzcan con usted?

No, buena suerte nada más. Creo que escribo buenos papeles para mujeres y hay muchas actrices talentosas para elegir. Hay un nivel maravilloso de actores hoy.



Casi todos los actores de este filme trabajan por primera vez con usted...

Elijo según quién esté disponible. Conmigo trabajan por salarios bajos, así que hay que agarrarlos entre trabajos que para ellos son más productivos. A Radha no la conocía. Estaba buscando a alguien para Melinda y mi directora de cásting me mostró material de ella y me encantó. Me pareció que iba a ser genial para el papel. A Chloe (Sevigny) la conocía, soy un fan de su trabajo y finalmente tenía un rol para ella. Y Amanda (Peet) tiene un timing cómico maravilloso.

Una de las razones que podrían explicar este renacimiento artístico tiene que ver con cuestiones económicas. Durante varios años, bajo contrato con DreamWorks (desde Ladrones de medio pelo, del 2000), Allen creyó, se vio obligado por razones de dinero o bien lo convencieron, de que la única manera de lograr recuperar su público era volver a las comedias que lo hicieron famoso en los '70. Y eso trató. Pero el humor cambió mucho de entonces a ahora, y Allen perdió un poco el pulso de la cuestión. Y la cosa no funcionó.

Melinda y Melinda marca el punto de inflexión. Aquí todavía están los pasos de comedia que uno espera del último cine de Woody (algunos buenos, otros olvidables), pero también aparece un rostro clave de la Nueva comedia americana, Will Ferrell (en la anterior ya aparecía en un papel menor su compañero de Saturday Night Live, Jimmy Fallon), y retorna el Allen dramático que había prácticamente desaparecido desde Los secretos de Harry, de 1997.

En ese sentido, el filme es como una reflexión sobre los géneros, y sobre la posición de Allen en esa tensión entre drama y comedia. Melinda... cuenta dos versiones de una misma historia, una contada por un comediante y otra por un autor de dramas. Las diferencias entre una y otra —de dónde parten y hacia dónde llegan, cómo resuelven sus situaciones— dejan en claro la mirada de Allen respecto al mundo. Y cómo su cada vez más gris y oscura visión es, acaso, otra de las responsables por haberlo hecho volver al registro dramático.

La película plantea dos formas de llevar la vida al arte que son antagónicas, pero ambas historias coinciden en que la vida es amarga y no tiene sentido...

Es que yo soy una persona muy pesimista. Siempre veo el vaso vacío. No medio vacío, sino vacío del todo. La vida tiene sus pequeñas islas cómicas, pero es esencialmente trágica.

Venía actuando en casi todas sus últimas películas, sin embargo aquí no aparece. ¿Por algún motivo?

No hice el papel de Hobie (Ferrell) porque soy muy viejo para hacerlo. Pero siempre encuentro buenos actores para mis películas.



En esta película, el músico es el centro de las miradas de las mujeres. ¿Es por eso que usted toca el clarinete?

Yo siempre quise hacer música para conquistar chicas. Pero debería haber tocado el piano, como Ellis (Chiwetel Ejiofor), con un cigarrillo en la boca. Con el clarinete no conquistás a nadie. Estás ahí, soplando, con los cachetes inflados. Y muy sexy no es.

En los festivales se lo nota especialmente nervioso. Después de tantos años y halagos, ¿no logró calmar esa ansiedad?

Nunca tengo miedo cuando escribo. Al contrario, estoy convencido que va a ser una película espectacular. Pero cuando la ves te entra el miedo y la ansiedad. ¿Qué hice? ¿Cómo sobreviviré a esto? Verla con público es como tomar una ducha fría. Te da un miedo bárbaro.

Allen ahora filmará otra película más en Londres, lugar que parece haber adoptado definitivamente. Y también ha asegurado que actuará en sus filmes cada vez menos.

¿Por qué decidió filmar en Inglaterra?

Se me hacía difícil trabajar en Hollywood. Cuesta mantener una libertad artística. Hay presiones, amenazas. Yo siempre traté de evitar los consejos de los ejecutivos, porque el cine no es su área de conocimiento principal (risas). Y ya no encontraba allí esa libertad que sí me dieron los ingleses. Por eso decidí irme. Y la verdad es que fue un placer filmar en Londres.

Usted sigue filmando una película por año. ¿Es por pasión o por hábito?

Tengo muchas ideas para cine. Pero, igualmente, no soy tan prolífico como parece. No toma tanto tiempo hacer una película. Unos meses para escribir, filmar, editar y listo. Después parás un poco y estás sentado ahí, en tu casa, sin hacer nada. ¿Y qué vas a hacer? ¡Escribir! Me gusta. Tengo muchas historias que, en el momento, pienso que son buenas.

¿Cuál de sus películas es su favorita?

Creo que Maridos y esposas. De las demás, algunas me gustan más que otras. Pero esa es la mejor, para mí, en relación a la idea que tenía previamente. Mi sensación es que cuando filmo arruino las ideas que tengo. Pero en esa siento que no y por eso es mi favorita. Aunque hay gente a la que no le gusta. Cada uno tiene sus razones.

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